Los centros de distribución como creadores de valor
- Alex Flores
- 29 abr 2018
- 3 Min. de lectura
En la actualidad es imprescindible comprender que el almacenamiento y distribución han dejado de ser actividades exclusivas de servicio como todavía algunas organizaciones creen, ya no es más enviar el pedido al cliente en el momento que tengo oportunidad o cuando la capacidad instalada (léase personas, camiones, comunicación, etc.) me lo permite, es hacerlo en el menor tiempo posible y en la mejor de las formas.
Es que la revolución de las tecnologías de información por medio del e-commerce y las redes sociales, la fuerte competencia y por consiguiente el encogimiento de la demanda y rentabilidad individual, obliga a crear nuevas formas de diferenciación para que los clientes tan siquiera volteen sus ojos hacia la organización e identifiquen la propuesta de “valor”.
Todo esto ha creado nuevas necesidades de distribución que nos obligan a replantear los modelos existentes de operación de nuestros centros de almacenamiento y distribución. Los edificios para almacenamiento deben ser primero conceptualizados (y solo después construidos) en términos de flujo de materiales, sistemas de almacenamiento, medios de manejo de materiales, tamaño de la demanda, frecuencia de los despachos, proyecciones de crecimiento de la producción, ventas y sostenibilidad.

La adaptación de todos estos factores a edificios ya construidos resulta una pesadilla en términos logísticos y podría tomar hasta años encontrar un edificio que posea las condiciones que satisfaga las necesidades básicas de operación. El espacio necesario sigue siendo la gran variable de decisión y la tendencia es a trabajar en espacios más reducidos pero incrementando la densidad de almacenamiento.
Otro de los grandes retos de hoy es hacer una logística de última milla eficiente, o sea aquella por la cual en “última instancia” los clientes juzgan nuestro servicio, al hacer llegar sus pedidos en tiempo y forma. Esto se convierte en una necesidad imperante al combinar los factores intrínsecos al hacer logística urbana como ser, restricciones municipales de circulación, anchura de las vías y congestionamiento, tamaño de los equipos de transporte, horarios de atención en los puntos de venta, entregas en vecindarios del tipo “circuito cerrado”, entre otros.
Todas estas variables deben ser cuidadosamente sincronizadas para equilibrar la economía del transporte y el nivel de servicio.
Una de las razones más poderosas que puede replantear su actual modelo de distribución es el tamaño de los puntos de venta, pensemos en las cadenas de farmacias y las tiendas de conveniencia. Estos son modelos de negocio que funcionan en espacios bastantes reducidos y ofrecen una amplia gama de productos lo que implica tener un sistema de reaprovisionamiento de inventarios bastante dinámico para evitar el “stock out” o ruptura de inventarios y por ende la perdida de ventas.
Resulta impensable e insensato continuar con el mismo modelo de distribución con camiones de gran capacidad haciendo lo que comúnmente conocemos como la “ruta del lechero” con el fin de solo buscar la economía del transporte. Vehículos más pequeños o de menor capacidad que circulen más fácilmente en calles estrechas, que consoliden varios pedidos pequeños y que permitan la llegada frecuente podría ser la solución.
A medida que el consumidor vaya perdiendo el temor a utilizar otros canales de compra como el electrónico y que las empresas sigan buscando la reducción de costos, esta necesidad se incrementará y no habrá más opción que botar la grasa y volvernos más esbeltos.
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